31 de octubre, 2021
Leigh Daynes
Adonde tú vayas, yo iré, y donde tú mores, yo moraré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios.
Rut 1:16
Me pregunto si pueden recordar un tiempo en que emprendieron un viaje a larga distancia. ¿A dónde viajaba? ¿Con quién estaba? ¿Y cuál era el propósito de su viaje? ¿Recuerda cómo se sentía en aquel momento?
Quizás estaba con su familia, anticipando unas vacaciones que le brindarían descanso y diversión por partes iguales. Quizás viajaba por negocios, con aprehensión por la reunión a la que asistiría. Quizás su viaje no fue uno que usted decidió hacer pero que se vio obligado a emprender.
En esta temporada del coronavirus, hablar de viajes a larga distancia nos trae a la mente imágenes de una montaña de formularios y papelería: evidencia de vacunación, resultados de pruebas, seguro médico y cosas parecidas.
¿Quizás usted ha escuchado hablar del viaje a Europa que emprendió Harry Hopkins en circunstancias no menos desafiantes?
Es enero del 1941. Europa está en guerra.
No es nada seguro que los Estados Unidos de América se una a sus aliados en la lucha contra Adolf Hitler.
El entonces presidente estadounidense, Franklin Roosevelt, envía a Gran Bretaña a su asesor de política exterior más cercano, Harry Hopkins, para evaluar la capacidad y determinación del Reino Unido de enfrentarse a Alemania.
La visita de Hopkins es tan crucial para el esfuerzo de guerra que el Primer Ministro británico, Winston Churchill, acompaña a Hopkins en su gira por el Reino Unido.
La visita concluye con una cena en un hotel en Escocia.
“Supongo que ustedes desean saber lo que voy a decirle al Presidente Roosevelt a mi regreso,” dijo Hopkins a los invitados reunidos.
“Bueno”, les dijo, “voy a citarles un verso del Libro de Rut: ‘Donde quiera que tú fueres, iré yo; y donde quiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios.’”
Según el biógrafo de Winston Churchill, esta es la única vez durante el transcurso de la Segunda Guerra Mundial que se ve a Churchill llorar en público.
Once meses después, los Estados Unidos de América entra en la Guerra.
Qué viaje tan crucial emprendió Harry Hopkins.
El Libro de Ruth yace en el más allá del interior entre ahora y Adviento.
Es una historia que reverbera con todo lo que hemos aprendido de Job sobre el lugar del sufrimiento en el curso de la vida humana ordinaria.
En el corazón del Libro de Rut hay un mensaje de fe y esperanza: la convicción de que se cumplirá el plan salvífico de Dios de redimir y restaurarlo todo.
Es un plan que se cumple en una mujer de extraordinaria valentía y fidelidad. Una mujer que es forastera. Una extranjera dispuesta a la familia y a todo lo que le es familiar para emprender un viaje que permite el cumplimiento del plan Divino.
¿Quién es Rut?
Para responder a esta pregunta, necesitamos darle algo para atrás a la historia. Quizás sabrá que “Belén” quiere decir “pan”.
Quizás sabrá que “Belén” quiere decir “pan”. Y sin embargo leemos que Noemí y su esposo se ven forzados a huir por hambre de Belén en Judá al país vecino de Moab.
Moab estaba al pie de las colinas y llanuras al noreste del Mar Muerto. Se veía regado perennemente por pequeños wadis.
Moab era en lugar natural de refugio durante tiempos de hambre, especialmente para los habitantes, como Noemí, de las tierras marginales de Judá, entre Belén y el Mar Muerto.
Esto es crítico: Moab era un país extranjero, con un idioma, costumbres, y religión diferentes a los de Judá. Se encontraba fuera de la comunidad de Israel.
Fue aquí, en Moab, donde murieron el esposo de Noemí y después sus dos hijos casados, dejando a Noemí con sus dos nueras, Orfa y Rut, ambas moabitas.
Por fin Noemí recibe noticias de que las fortunas de Belén han cambiado, y se dispone a regresar con sus nueras a su hogar en Judá.
Pero Noemí — una viuda con un futuro incierto y pocas posibilidades — urge a Orfa y a Rut a quedarse en Moab con sus parientes, donde tienen la posibilidad de volverse a casar y asegurar sus futuros.
Y, sin embargo, Rut se resiste. Rut elige sacrificar todo lo que conoce — su hogar y su familia, su religión de cuna y todas las garantías de protección — aún el ser enterrada entre su propia gente — para estar con una viuda anciana y desamparada que no tiene nada que ofrecer a cambio.
¿Por qué Rut elige este camino?
“Adonde tú vayas, yo iré, y donde tú mores, yo moraré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios” (verso 16).
En nuestras lecturas para la próxima semana, escucharemos del matrimonio de Rut con Booz, y del nacimiento de su hijo Obed. Obed fue el abuelo de David, Rey de Israel, el antepasado de Jesucristo mismo.
Cristo, el Hijo de Dios, desciende de Rut: una mujer de fuera de la comunidad de Israel. Rut: una forastera con idioma, cultura y religión distintos al de Judá. Rut: una mujer de excepcional valentía y percepción.
Una mujer que vio en el Dios de Israel el destino de toda la humanidad — el agente en quien Dios elaboró su plan salvador.
El Libro de Ruth es una historia extraordinaria de amor, fidelidad y valor. Una historia que atraviesa la profundidad del dolor y del gozo humanos, moviéndose del vacío a la plenitud, de la oscuridad a la luz. Una novela que comienza con la muerte y termina con un nacimiento — con nueva vida, en búsqueda del plan salvífico de Dios.
Es la historia de la iniciativa y el ingenio de dos mujeres increíbles, Noemí y Rut.
Y es un recordatorio de las palabras del salmista, que que “el Señor protege a los extranjeros / sostiene al huérfano y a la viuda”. Por mi parte espero que haya sido el mismo David quien escribió ese verso del Salmo 146.
Por supuesto, no todos los viajes son unos que elegimos hacer.
En su poema titulado “Hogar”, la poeta somalí-británica Warsan Shire lo dice así:
nadie abandona su hogar a menos
que el hogar sea la boca de un tiburón
sólo corres hacia la frontera
cuando ves a toda la ciudad corriendo también…
nadie pone a sus hijos en un barco
a menos que el agua sea más segura que la tierra
nadie quema las palmas de sus manos
bajo trenes
debajo de carrocerías
nadie pasa días y noches en el estómago de un camión
alimentándose de periódicos a menos que las millas recorridas
signifiquen algo más que el trayecto.
Si la historia de Rut nos enseña algo, quizás es esto: que el propósito de Dios en nuestras vidas se elabora a través de la fidelidad, del valor y finalmente a través del amor. A través de vidas caracterizadas por la auto-disciplina, la oración y acción en pro de la justicia, para que todos puedan florecer en comunidades que respetan sus derechos, para el bien de todos.
La próxima vez que se encuentre con un extraño, alguien que no conoce, a quien nunca ha visto antes, acuérdese de Rut. Y recuerde cómo Dios actúa a través de la vulnerabilidad, a través del fracaso y a través de la contradicción.
Y recuerde cómo, al mostrar hospitalidad a los forasteros, sin darnos cuenta pudiéramos estar recibiendo a ángeles, agentes del plan salvífico de Dios.
Amén.
Warsan Shire, una escritora y poeta somalí-británica
HOGAR
nadie abandona su hogar a menos que
el hogar sea la boca de un tiburón
sólo corres hacia la frontera
cuando ves a toda la ciudad corriendo también
tus vecinos corriendo más rápido que tú
aliento sanguinolento en sus gargantas
el chico con el que fuiste a la escuela
el que te besó tontamente tras la antigua fábrica de latas
está sosteniendo un arma más grande que su cuerpo
sólo abandonas tu hogar
cuando el hogar no te permite quedarte.
nadie abandona su hogar a menos que el hogar te persiga
fuego bajo los pies
sangre caliente en tu vientre
no es algo que hayas pensado hacer
hasta que el filo gastado amenaza
tu cuello
y aun entonces cargaste el himno bajo
tu aliento
sólo rasgando tu pasaporte en unos baños de aeropuerto
sollozando con cada bocado de papel
te queda claro que no podrías regresar.
tienes que entender,
que nadie pone a sus hijos en un barco
a menos que el agua sea más segura que la tierra
nadie quema las palmas de sus manos
bajo trenes
debajo de carrocerías
nadie pasa días y noches en el estómago de un camión
alimentándose de periódicos a menos que las millas recorridas
signifiquen algo más que el trayecto.
nadie se arrastra bajo vallas
nadie quiere ser golpeado
escupido.
nadie escoge campos de refugiados
o registros al desnudo donde tu
cuerpo se queda dolorido
o la prisión,
porque la prisión es más segura
que una ciudad de fuego
y un guarda de la prisión
en la noche
es mejor que un camión repleto
de hombres que se parecen a tu padre
nadie puede soportarlo
nadie puede digerirlo
ninguna piel sería lo suficientemente dura.
el
váyanse a casa negros
refugiados
sucios inmigrantes
solicitantes de asilo
dejando secos nuestros países
negratas con sus manos mendigas
huelen raro
salvajes
arruinaron sus países y ahora quieren
arruinar el nuestro
cómo hacen las palabras
las miradas sucias
ruedan sobre tus espaldas
quizás porque el golpe es más suave
que un miembro cortado.
o las palabras son más tiernas
que los catorce hombres entre
tus piernas
o los insultos son más fáciles
de tragar
que el escombro
que el hueso
que el cuerpo de tu hijo
en pedazos.
quiero ir a mi hogar,
pero mi hogar es la boca de un tiburón
hogar es el cañón de la pistola
y nadie abandonaría su hogar
a menos que el hogar te persiguiese hasta la orilla
a menos que el hogar te diga
que aceleres tus piernas
dejes tu ropa atrás
te arrastres por el desierto
atravieses los océanos
te ahogues
te salves
estés hambriento
mendigues
olvida el orgullo
tu supervivencia es más importante.
nadie abandona el hogar hasta que el hogar es una voz sudorosa en tu oído
diciendo –
ve,
corre lejos de mí ahora
no sé en qué me he convertido
pero sé que cualquier lugar
es más seguro que aquí.
Fuente: Africa / UCM Cidaf, https://cidafucm.es/hogar-un-poema-de-warsan-shire [consultado el 8 de noviembre, 2021]
Lectura adicional
Comentario:
Barton, J., and Muddiman, J., (eds), The Oxford Bible Commentary,(Oxford: Oxford University Press, 2001)
Black, M., (ed.), Peake’s Commentary on the Bible, (London: Nelson, 1962) Gray, J., (ed.),
Gray, J., (ed.), New Century Bible: Joshua, Judges and Ruth, (London: Nelson, 1967)
Análisis:
Bull, G., Love-Song in Harvest: An Interpretation of the Book of Ruth, (London: Pickering and Inglis, 1972)
van Wolde, E., Ruth and Naomi, (London: SCM Press, 1997)